Se habla y escribe mucho del miedo, y con razón. Por muy molesto que sea, hay que reconocerle su importancia y utilidad como uno de los recursos de supervivencia del ser humano.
El miedo es lo que nos prepara para huir o atacar en situaciones percibidas como peligrosas. Hasta ahí bien. Pero, ¿qué pasa cuando el miedo deja de ser útil? Esto es, cuando nuestra mente vive en constante estado de activación, rumiando pensamientos, “adivinando” catastróficas consecuencias futuras, teniendo sueños recurrentes que no nos dejan descansar, sintiendo una presión en el pecho que nos asfixia y, lo peor de todo, perdiendo un tiempo de nuestra vida que no podremos recuperar.
No lo podemos recuperar porque se nos va teniendo miedo de no gustarles a los demás, o de gustarles. Tenemos miedo al fracaso, o al éxito (¿realmente lo merezco?). Tenemos miedo de que nuestra relación de pareja no funcione, o de que sí lo haga (¿Compromiso?), de no funcionar en la cama, o de hacerlo (¿tendré que mantener siempre el listón?) etc,. Cuando el miedo es lo cotidiano, sin haber una razón de peso para ello, es buen momento para detener el continuo hacer en nuestra vida, y hablar con nosotras/os mismas/os. Y es aquí dónde empieza el juego que os proponemos desde Udana Psicología.
Preguntas para escucharnos:
Y es que, si le ponemos ganas, hasta del miedo cotidiano podemos aprender, sólo hay que saber hacerle las preguntas adecuadas. Os proponemos unas cuantas, para entrar en calor. Id añadiendo al gusto.
¿Cómo he llegado a ésta espiral?
¿Sabría vivir sin preocuparme o tener miedo?
¿Qué es lo que consigo teniendo miedo constantemente?
¿Qué estoy dejando de vivir por tener miedo constantemente?
¿De dónde, o cómo he aprendido a tener miedo constantemente?
¿Cuándo empecé a estar miedo constantemente?
Empezar a mirar de frente y sin miedo a nuestros miedos, es una actitud valiente y liberadora que aumenta nuestra calidad de vida. En muchas ocasiones nos hace emprender un camino de redescubrimiento y aceptación, que nos permite vivir más como queremos, y menos desde el miedo. Es posible que en éste camino, surjan de nuestras preguntas, respuestas en las que necesitemos indagar, aprendizajes que adquirir, saber perdonar y dejar marchar. Marchar nosotras/os también. O quedarnos, desde un yo en paz.
Y ya que los lunes parecen estar reservados para ponerse a régimen o dejar de fumar, desde Udana Psicología os proponemos reservar los domingos (sobre todo sin son lluviosos, que se prestan a ello), para empezar a jugar con nostras/os mismas/os y a escucharnos, para dar los primeros pasos hacia la vida que deseamos, sabiendo que no estamos solas/os y que podemos elegir estar acompañadas/os (familia, amigas/os, grupos de crecimiento personal, profesionales, etc) en la parte del camino que lo necesitemos.