Autoestima: ¿Me quiero, no me quiero?¿Me quiero, no me quiero?
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La autoestima es una de las piedras angulares del malestar que suelen experimentar las personas. Y es que, nos resulta tremendamente difícil aceptarnos y querernos.

A diferencia de la creencia habitual, una persona con baja autoestima, no tiene por qué estar afectada necesariamente en todas las áreas de su vida. Así,  podemos encontrar que adolecemos de ésta falta de amor propio en diferentes situaciones. Por ejemplo, interacciones con personas por las que nos sentimos atraídas/os, en las que acabamos mirando hacia el gotelé más próximo, o somos víctimas de una verborrea sin sentido. O nos suben los colores y los calores hasta sentir que somos un ente rojo y empapado de sudor.
O puede que la sensación de “pequeñez” sobrevenga en contextos más jerarquizados, como puede ser el laboral, dónde sintamos que tenemos que estar probando continuamente lo capaces que somos, que nos acucie la necesidad de sentirnos aceptada/os, etc.

Podríamos describir miles de contextos y situaciones en las que sentimos que empequeñecemos, y cada una con sus matices, pero todas llevan al mismo punto: el yo.

Pero , ¿Por qué tenemos la autoestima baja?

En una aproximación muy breve y sin pararnos en todos los matices, podríamos decir que la autoestima es un conjunto de creencias y valoraciones que tenemos sobre nuestra persona. Y como tal, se va configurando desde que empezamos a tener conciencia del Yo y nos identificamos como entidades individuales, separadas de los demás. Así hacemos dos “cajas” (yo Vs. lo demás) en las que iremos englobando comparaciones,  frases (“mira que eres torpe”), obligaciones que no  supimos si realmente queríamos (“tienes que ser ésto y lo otro”), vivencias, etc. Lo  integramos y generalizamos a nuestra esfera, y acabamos creyendo que somos eso. Y así durante todas las etapas que vamos atravesando el ser humano en nuestro desarrollo vital.

¿Y ahora qué?

Ahora toca la mejor parte. La parte en la que por fin decidimos hacer algo por y para nosotras/os mismas/os.
No hay una fórmula general que se pueda aplicar de un día a otro, y sentirnos maravillosamente. No tendría sentido, pues ha sido necesario tiempo para llegar al punto en el que nos encontramos.  Y con el tiempo llegaremos a otro punto donde nos sentiremos a gusto en nuestra piel. Esto no quiere decir que para sentirnos bien necesitemos 15 años, pero más de un día sí. ¡Y qué maravilla poder dedicar tiempo a redescubrirnos con otros ojos  y querernos!

Primeros pasos para querernos 

Como ya he dicho arriba, no hay una fórmula general. Lo recomendable es empezar un proceso personalizad, que nos lleve a distinguir claramente los orígenes, y de ahí, ir aprendiendo y aplicando las herramientas que mejor se adapten a nuestra manera de ser y funcionar.
De todas formas, hay algunas acciones que se pueden ir tomando para empezar a descubrir nuestra valía y querernos un poquito más.

1-Aumenta el número de cosas positivas que nos decimos.

Parece obvio, pero si ponemos atención a los mensajes que nos decimos a nosotras/os mismas/os, veremos que a lo largo del día emitimos muchas valoraciones y mensajes negativos hacia nuestra persona. Y  para que engañarnos, cuándo tenemos una voz (¡encima la nuestra!) repitiéndonos, lo fea/o que estamos, lo incapaces que somos, lo físicamente horribles que nos encontramos, etc, la tarea de acabar el día con la autoestima en su sitio,  se complica.

2-Céntrate en éxitos pequeños y en experiencias positivas.

En nuestras vidas acumulamos muchos éxitos, nos parezcan más o menos relevantes,. Pero es fácil que queden relegados a un baúl de nuestra memoria, que sólo parece priorizar el recuerdo de lo que no conseguimos, o lo que nos faltó. Hay que desempolvar nuestros méritos, las cosas trabajadas y conseguidas.
Hay que establecer ésta misma lógica como funcionamiento de nuestro día a día. A partir de hoy cada vez que hagas cualquier cosa bien hecha, por pequeña que sea, deténte, céntrate en ese éxito, en ese momento positivo, dale el reconocimiento que merece. Practicar ésta manera de pensar, hace que vaya sucediendo de manera más fluida y que cada vez requiera menos esfuerzo.

3-  Abstente de compararte con los demás.

Detectemos y resistamos el automatismo de la comparación. Sucede y tendemos a hacerlo, porque hemos sido criadas/os y sociabilizadas/os en un entorno que ha grabado el mensaje de la competitividad en nuestra mente. “Ser el mejor, el más alto/a, guapo/a, rápida/o, etc”. Pero ya somos adultas/os y podemos ver a dónde nos lleva la comparación. A sentir que somos menos, que ya deberíamos haber conseguido lo que fulanita/o ya tiene, etc. En definitiva, a alejarnos de nuestra propia vida, para ir detrás de “otras”, que en realidad, no sabemos si las queremos.
Nuestra realidad es nuestra vida, no la de los demás. Y es nuestra vida la que merece que prestemos atención, nuestros logros y éxitos.

Empezando a aplicar éstas tres “píldoras” todos los días, nos ayudará a entender en qué punto nos encontrábamos, y hacía dónde queremos y podemos llegar en el camino de sentirnos bien y querernos.

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